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Ciudad de los Perdidos – Relato Día 1 de Mordheim

Hoy comenzamos en este mes especial que estamos dedicando a Mordheim, una serie de relatos, continuados, sobre esta extraña y apasionante a la vez ciudad. Escrita por la gente del foro Ciudad de los Perdidos: retorno a Mordheim, iran contando una interesante historia que tiene lugar en aquellas calles donde muchos hemos jugado. Esperamos que os gusten los relatos y que lo disfrutéis. Que viva Mordheim.

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PRESENTACIÓN

Esta va a ser una historia basada en lo que vaya sucediendo en la campaña de Mordheim, con el reglamento Alpha de “Ciudad de los Perdidos: Retorno a Mordheim”, que estamos jugando en Zaragoza. Los hechos que se narran son tal como sucedieron sobre el tablero, simplemente adaptados para darle un enfoque más de relato a lo que con otras palabras sería un informe de batalla. Esto puede hacer que haya muertes injustas, puede que gratuitas pero también hace que, como en la vida real, las hazañas, las grandes gestas y el conseguir un difícil reto sepa mucho mejor que en una película.

Una historia de grandes tesoros, corrupción, combates a muerte y grandes héroes y villanos comienza aquí.

PD: Los nombres de los personajes son elegidos por el jugador que los lleva. En ocasiones resultaran extraños para el transfondo*, pero todo es posible en la Ciudad. Cualquier parecido con personajes de ficción o el mundo real es pura coincidencia (o no).

* por fines humorísticos normalmente

DIA 1: SANGRIENTA LLEGADA

“Corrían rumores de una ciudad con incalculables tesoros… No mencionaron que La Muerte aguardaba» Warder el Loco

La luz se vuelve más tenue conforme uno se acerca a la maldita ciudad de Mordheim, es como si el Sol se escondiese de los horrores de la ciudad de los Condenados. A aquella distancia de la ciudad, sin embargo, las ruinas de lo que aparentaba haber sido una granja, o tal vez un granero, eran perfectamente visibles desde la lejanía. Últimamente, lo que todavía quedaba de la ruinosa construcción, había servido como escondite para el botín de unos bandidos. La avaricia de estos, propino una nueva internada en la ciudad, de la que nunca más volvieron. Tres bandas acababan de llegar a aquel lugar, los Orcos de Pueblo de Sammy el Kulturizta, la banda pirata So Lucky y los Vengadores de Montoya desde Reikland. Ninguna se conformaría solo con un tercio del botín.

Los orcos de Sammy, aunque toscamente, avanzaron rápidos a través del antiguo mercado, destrozando los puestos de mercado que aun quedaban como si fuesen de papel, reduciéndolos a irreconocibles montones de madera. Entraron a gritos en la plaza central. Los goblins, liderados por el astuto Primo, neutralizaron un par de humanos[i] y obligaron al resto de reiklandeses a ponerse a cubierto. Sammy y Lord Pollofritoz cubrirían las entradas al granero mientras el Teniente Kariciaz se iba a por “ezaz piedraz verdez”.

Un enorme proyectil cruzó la plaza hasta impactar de lleno con la enorme mole del líder de los orcos. Cuando se levanto el humo, se descubrió que Sammy seguía intacto y que lo piratas habían llegado a la plaza y  apoderado de la mitad de la piedra. Los piratas habían aprovechado el tiempo, situando una carronada en la puerta este de la plaza cubriéndoles la retirada. Tan solo uno de los grumetes, un tal Smell, se había quedado retrasado, tras prenderse fuego súbditamente[ii]. Confiados en su posición ventajosa, los piratas decidieron que se quedarían con toda la piedra bruja y la contramaestre Faith se encargaría de recogerla.

La plaza se encontraba controlada por los piratas mientras los reiklandeses se escondían en el exterior cuando entro la horda verde. Anselmo el Setas, logró lanzar a Faith contra la pared y dejarla aturdida, al tiempo que el Teniente Kariciaz se preparaba para arrebatarle la piedra a golpe de rebanadora. Los goblins dispararon sin mucho éxito. Mr. Boom, el artillero cargaba su carronada riendo por lo bajo. Los piratas se preparaban para devolver el fuego.

En ese instante crucial, Smell, que se acababa de conseguir apagar las llamas, encontró un frasquito de un misterioso color. Sentía mucha sed y el frasquito parecía muy refrescante. Tal vez fuera ron. Decidió beberlo. El líquido era Elixir de la Locura[iii]. En pleno éxtasis febril, el grumete cargo furiosamente contra un sorprendido Mr. Boom que se defendía a duras penas.

Ese fue el momento en que los reiklandeses reaparecieron. Los dos tiradores veteranos Franky y Compañía se habían logrado situar en una posición desde donde se controlaba la plaza y comenzaron a disparar forzando a algunos de los piratas cambiar a una posición desde la que estuviesen más a cubierto. El sargento Snake trepo sigilosamente[iv] un edificio que daba a la plaza.

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Dos de los secuaces piratas conducidos por el Capitan Ohal, se apresuraron a cerrarle el paso al Capitan Montoya, su homólogo de Reikland, que encabezaba la reentrada en el combate de sus hombres. El pirata consiguió con un preciso disparo derribar al reikland, quien se hizo a un lado para dejar pasar a sus compañeros al combate. Ohal se dispuso a rematar la faena, pero fue interceptado por el sacerdote guerrero Vladimir. El ímpetu del capitán era tal, que el devoto de Sigmar quedo tendido en el suelo tras el impacto de ambos héroes. Un golpe de lanza de un veterano mercenario detrás del clérigo hizo que el pirata terminase tendido en el suelo y profiriendo maldiciones. Los otros dos piratas, cargaron contra Montoya, quien se las arreglo para esquivar sus ataques y abatir de un tiro a bocajarro a uno de ellos.

Mientras tanto en la plaza llovían flechas en todas direcciones. El pirata Piel Verde, un grumete, fue abatido cuando buscaba cobertura. El sargento Snake se deslizó silenciosamente sobre el tejado pero falló un par de disparos y fue sacudido por la magia del chaman para posteriormente ser acribillado a flechazos por los certeros goblins.

En el interior del granero, la pistola de la contramaestre había caído al suelo al quedar esta aturdida[v]. Con el impacto contra el duro suelo de piedra, saltó una chispa. La vieja paja reseca no necesito más. En cuestión de segundos todo el edificio quedo en llamas e incluso se propagaron a edificios cercanos. El teniente Karicias vio horrorizado como largas lenguas de fuego lo separaban de su codiciado tesoro. Trozos del edificio caían por doquier en aquel infierno pero el orco avanzo sin detenerse hacia su objetivo. Estiró su enorme mano verde. Casi tocaba las piedras cuando parte de la estructura cedió junto con un buen trozo del suelo y el orco desapareció entre escombros. Faith sonrió para sí misma con el descaro propio de un pirata, se aseguró que cogía las piedras y se preparó para salir corriendo. Mientras se levantaba, una flecha pasó a través de una ventana y terminó con ella. Las piedras rodaron por el suelo del edificio en llamas en torno al cual se libraba un violento enfrentamiento a tres bandas.

Montoya con un rápido movimiento de su espada, elimino al segundo de los piratas. Viendo que estos se estaban alejando del combate, decidió que si los pieles verde se iban a llevar la piedra bruja, él se cobraría el precio en sangre verde. Alentando con su grito de guerra[vi], se lanzó a la carga contra el primer orco que encontró, casualmente Lord Pollofritoz. El orco estaba encantado de trabarse al fin en combate. Con lo que no contaba era con la pistola del humano. Lord Pollofritoz quedó tendido en el suelo sin heridas graves. Montoya continuó con su ataque, pero la espada no era capaz de atravesar la dura piel verde. Apunto a la cara del orco. Justo cuando iba a asestar un golpe mortal, un goblin salto sobre él, dispuesto a clavarle la daga en la espalda. Montoya se giró justo a tiempo de enfrentarse a su nuevo adversario.

En la esquina opuesta de la casa, dos goblins dispararon sus flechas contra los dos veteranos lanceros reiklandeses. Viéndose frente a un enemigo al que podían superar, imitando a su capitán, con un grito se lanzaron a la carga. Casi habían conseguido salir del callejón, cuando un orco se situó en medio bloqueándoles completamente la salida. “Esto no era lo que me esperaba” pensó el primer lancero mientras ambos, en dos filas debido a lo estrecho del paso, combatían al recién aparecido orco.

El capitán se retiró hacia sus dos únicos compañeros todavía en pie: Mr Boom y Smell. Ambos combatían frenéticamente, especialmente el último. Con la mirada, selló un pacto de no agresión con Vladimir y avanzó hacia la puerta rápidamente. Su paso se aceleró más y más hasta descubrir que no podía detenerse y que sus pies no tocaban el suelo. Lo último que vio antes de estrellarse contra el borde de la puerta fue a Anselmo con la mano estirada hacia él y una oleada de magia verde entre ambos.

Vladimir al tiempo que imploraba a Sigmar su favor, blandió su martillo y arremetió contra Sammy el líder orco. El martillo santo impacto contra la simple pero efectiva armadura del orco, abollándola pero sin causar daños a su portador[vii]. Con una tosca carcajada y saboreando el momento, Sammy dejó caer sobre el humano su inmensa Zuper-rebanadora. Hay quien diría que fue por intervención divina[viii] pero la letal trayectoria del arma orca paso muy cerca del humanos, para decepción del orco.

Montoya balanceó su arma. La espada estaba manchada de sangre pero aún no era suficiente. Se estaba enfrentando a un goblin que tan solo combatía con una daga, no obstante, debía eliminarlo rápido o Lord Pollofritoz se levantaría y entonces estaría en graves problemas. El goblin se preparó para atacar, pero antes de que reaccionara, el capitán tomo su hierro, bloqueándolo mientras con la otra mano daba un derechazo que tumbaba al pequeño piel verde. “No es suficiente pero he ganado tiempo” pensó. Seguidamente “Demasiado tarde”. Lord Pollofritoz se incorporaba, visiblemente enojado con el humano. El capitán se lanzó al combate, pero su arma resulto inútil contra el orco. Este por su parte estuvo a punto de asestar un golpe fatal a su oponente, quien al esquivarlo cayó al suelo[ix].

Inspirado por su divina suerte, Vladimiro blandió su martillo y con un grito de rabia asesto un golpe de abajo arriba que impacto directo en la cabeza del orco dejándolo estático en el suelo. Sin tiempo que perder, el clérigo se abalanzo sobre el goblin que poco a poco mientras se iba incorporando se colocaba a la espalda del capitán reiklandes. El capitán a duras penas lograba detener los ataques de Lord Pollofritoz, quien como si de una maldición familiar se tratase estaba decidido a acabar con el nuevo Montoya. El sacerdote guerrero remató al goblin en el instante en el que saltaba, justo a tiempo de ver como su capitán era golpeado contra la pared por el orco repetidas veces, hasta que terminaba atravesándola y despareciendo en una nube de polvo y fragmentos de ladrillos y piedra. Vladimir cargó contra Lord Pollofritoz.

Mientras tanto, los dos únicos piratas se encontraban muy ocupados: uno trataba de inmovilizar a su compañero; el otro trababa de arrancarle la cabeza a mordiscos. Por si no tuviesen pocos problemas, un par de perros salvajes[x] se habían fijado en ellos y los estaban valorando como aperitivo. Con la distracción de los nuevos acompañantes, el artillero[xi] se descuido un instante, que aprovecho Smell para dejarlo fuera de combate. En la otra esquina de la plaza, en el callejón, los lanceros no habían sabido aprovechar la ocasión y el orco se había levantado. Con un movimiento de brazo, tiró al suelo a uno de los humanos y se preparó para rematarlo. Inesperadamente, el otro de los lanceros consiguió en el último momento abatir al piel verde. Con un movimiento veloz, los goblins se alejaron de los humanos lanzando sus flechas sin éxito, mientras estos inspirados por haber derribado al orco cargaban contra los pequeños pieles verdes.

Vladimiro lleno de una furia vengativa trazó potentes arcos con su martillo hasta que uno logro impactar e incapacitar a Lord Pollofritoz, quien cayó al suelo prometiendo que volvería. El sacerdote guerrero se paró a mirar a su alrededor. Al fondo dos de sus compañeros batallaban contra un goblin cada uno, mientras los tiradores trataban de hacerle cobertura. El único pirata superviviente acababa de ser enterrado bajo una vorágine de dientes y garras. Dos goblins preparaban sus arcos para dispararle y pero, ¿Y el chaman? Anselmo estaba enfrente de él, lanzándole su temido, simple y eficaz conjuro. El clérigo noto como su cuerpo se elevaba y volaba unos metros antes de chocar contra el granero en llamas. Ascuas cayeron sobre su armadura. La cabeza le daba vueltas pero vislumbro una imagen. Un trozo carbonizado de madera cruzaba por delante de su vista dibujando dos estelas de rojo y humo. Recordó su misión y su promesa. Inspirado, se lanzó a la esquina del granero para ponerse a cubierto. Dos flechas brotaron en la madera donde antes había estado su cabeza.

Los perros se lanzaron contra Anselmo. El chaman coloco su daga amenazando a los animales. Uno salto hacia él. Con un violento golpe, lo tumbo, pero casi antes de tocar el suelo, el animal ya se estaba incorporando. Empezaron a caer flechas. Los arqueros de Reikland, que trataban de aprovechar los problemas de su enemigo le disparaban. No estuvieron muy acertados en su objetivo: consiguieron abatir a ambos perros sin dañar a su enemigo.

Vladimir mientras tanto había llegado a una de las posibles entradas al granero en llamas e intento entrar. Sin éxito. Anselmo preparaba su magia, mientras la pareja de goblins, que ya habían doblado la esquina, tensaban sus arcos. El sacerdote guerrero cerró los ojos ante su inminente final.

Luz verde. Mucha luz verde. Anselmo el Setas que por algún motivo desconocido había estado brillando desde el inicio del combate[xii], se elevo en el aire y giró. Dio un par de vueltas y salió disparado contra los goblins. El chaman desapareció en la lejanía dejando un montón de escombros sobre uno de los goblins que trataba de quitarse desesperadamente los fragmentos de pared de encima. No veía clara la situación. Menos aún cuando por la otra esquina aparecieron los dos lanceros que al parecer habían derrotado a sus respectivos goblins.

Primo era el otro goblin que quedaba. En su pequeña cabeza vislumbró, el poder y el respeto que ganaría si conseguía llevarse la piedra al campamento, nada más y nada menos que siete fragmentos él sólo. En un alarde de valentía (o locura pasajera) se interno en el edificio en llamas.

El piel verde no logró esquivar con éxito las llamas y su ropaje empezó a arder. Escombros y fuego por todos lados. Pese a todo, Primo se las arregló para alcanzar coger todas las piedras. Los humanos estaban rodeando el edificio pero veía una salida. Al final del pasillo podía intentar un salto al edificio de enfrente, si lo lograba escaparía sano y salvo. Sería rico, conseguiría poder. Una flecha atravesó la humareda para dar en el goblin. Primo cayó al suelo y todas las piedras rodaron por el suelo. Uno de los lanceros estaba a punto de entrar cuando el edificio al completo se derrumbo y toda la piedra bruja se perdió. ¿Toda? Al levantar los escombros e inspeccionar el terreno, uno de los novatos consiguió recuperar una piedra bruja[xiii]. Una piedra verde llena de sangre[xiv].



[i] Los reclutas Johnny y Jimmy fueron abatidos en el primer intento de sus vidas de entrar en combate. Jimmy desde entonces está tan furioso que da Miedo (Tabla de Heridas Graves: Cicatrices Horribles)

[ii] Suceso aleatorio: Combustión espontanea. Es un preludio de lo que pasará a continuación.

[iii] El Elixir de la Locura proporciona gran fuerza, velocidad e incluso destreza, a cambio de un ligero inconveniente: El usuario atacará a todo bicho viviente en sus proximidades, aliados incluidos…

[iv] Sigilosamente pero no lo suficiente, tras una buena ronda de disparos, la esquina del tejado le salvó

[v] Queda aturdida antes, pero es aquí cuando se obtiene el resultado de Infierno en Sucesos Aleatorios, con la suerte o desgracia de que el edificio en el que estaba toda la piedra bruja es uno de los afectados.

[vi] El grito de guerra es “Hola. Soy Francisco Montoya. Tú mataste a mi padre, preparate a morir”. Evidente y afortunadamente no suele acertar (no tiene o tuvo tantos padres) pero alguna vez si….

[vii] La regla de abollar de los martillos causa que las TSA salvadas tengan penalizadores para tiradas posteriores.

[viii] El Sacerdote guerrero supero la TSE que obtenía por su plegaria de Sigmar (Escudo de Fe)

[ix] Esta acción es como un deja-vu. Iñigo, el padre de Francisco y líder de otra banda reiklandesa que se dirigió a Mordheim, murió del todo en su segundo enfrentamiento, al caer tratando de esquivar un golpe de Lord Pollofritoz. ¿Se repetirá la historia o logrará vengar a su padre?

[x] Suceso Aleatorio Perros Salvajes

[xi] El artillero sobrevivió a la batalla. Al tirar en la tabla de heridas obtuvo el resultado de ganar Odio contra todas bandas del tipo del guerrero que lo dejó fuera de combate…. Es decir, es un pirata que odia a los piratas.

[xii] Al inicio de la partida obtuvo una disfunción mágica o puede que una indigestiónde setas “mágicas”. El caso es que el chaman brillaba como una luciernaga, lo cual implicaba que no podía esconderse. En este momento sufrió su segunda disfunción

[xiii] Al tirar en la tabla de exploración ( se tiraron solo dos dados, ¡entre las tres bandas!) Reikland obtuvo resultado de doble 1, pozo. Gracias a esto consiguió la banda un fragmento de piedra.

[xiv] Aunque no hubo muchas bajas mortales. De los 27 guerreros que empezaron la batalla, 21 fueron dejados fuera de combate en el transcurso de la misma.

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4 comentarios

  1. Solo adelantaré que apareceran más bandas…

    La campaña la estamos jugado con el alpha del reglamento revisado que hemos sacado en el foro. Entre otras bastantes cosas la parte de los sucesos aleatorios es algo de lo que estamos muy orgullosos y que le da mucha diversión a las partidas.

    La última versión del reglamento por si te animas a probar (y tal vez escribir las aventuras!):
    http://advmordheim.x10host.com/index.php?topic=23.0

    Un saludo!

  2. Lo espero con ganas, menudo curro los relatos, me voy a leer Mordheim para enterarme mas.

  3. Buenísima idea, me ha resultado muy divertido el informe de batalla en forma de relato.

    Esperando con ansia viva los siguientes, a ver si la campaña os va bien yse completa.

    Me están dando ganas de jugarrrrrr que recuerdos cuando jugaba a necromunda.

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